diumenge, de maig 30, 2010

Inauguración de una pista en San Antonio de Vilamajor (26-9-1964)

Un nuevo club ha sido ganado para el balonmano en la comarca del Valles, el S. Antonio de Vilamajor. La inauguración oficial de su pista se efectuará mañana domingo, a las doce, enfrentándose el equipo local contra el del C. de F. Barcelona.

La perillositat del Pont d’en Mora: Carta de Conchita al director de La Vanguardia (26-9-1981)

Señor Director:

Este fin de semana, como otros muchos, lo he pasado en San Antonio de Vilamajor (Barcelona), y una vez más desgraciadamente he sido testigo de un accidente irreparable. En cuatro años es el que hace doce «mortales”, de graves consecuencias otros tantos. iBuen promedio! El motivo es «únicamente la mala situación de una curva situada en la entrada de San Antonio de Vilamajor, en un puente llamado Pont d’en Mora.

Comunicado el caso a la GeneraIitat, ésta contestó que no era posible el arreglo de dicho puente, por ser una carretera de poco tránsito. ¡Señor Director! Esta carretera va de Llinárs del Vallés a La Garriga, pasando por San AntonIo y por Cánoves; si repasamos el promedio de muertes de estos últimos años, quizá pronto no habrá necesidad de arreglarlo o por lo menos de encontrar una solución tan grave problema.
No sé a qué llamará poco tránsito la Generalitat, pero tengamos en cuenta que esta carretera está frecuentada por gran cantidad de vehículos dada la gran extensión del mencionado San Antonio de Vilamajor y las urbanizaciones oreadas allí en estos últimos tiempos.

Ojalá esta insignificante carta pueda contribuir a encontrar una solución, por lo menos, que ahorre unas vidas que me parece son muy valiosas.

La Nena de Vilamajor

En nuestras constantes visitas a las parroquias de la diócesis de Barcelona para la elaboración del Catálogo Monumental de la Archidiócesis nos hemos encontrado con no pocas sorpresas, algunas de ellas muy gratas. Tal es el caso del descubrimiento de un relieve de la diosa Artemis en una masía del pueblo vallesano de Sant Pere de Vilamajor.

El origen de tal hallazgo se debe especialmente al rector Mn. Josep Poch ya los señores Pujol, de Can Canal de Vilamajor. El día 25 de julio de 1986 Mn Poch me entregó en el obispado una fotografía del mencionado relieve. Mi sorpresa fue mayúscula. Sin pestañear le dije que se trataba de la diosa de la fecundidad, “Artemis” para los griegos y “Diana” para los romanos. “Es aquella diosa —le dije— de la que San Pablo nos habla en sus viajes y a la que daban culto en Efeso ya en el siglo IV antes de Cristo.”

El mismo día, el servicio de catalogación del Archivo Diocesano de Barcelona consultó inventarios y libros especializados de arte íbero-romano y visitamos el Museo de Arqueología de Barcelona. De este modo empezó un itinerario a través de los museos europeos que duró más de 5 meses. Ya desde el principio tuvimos la impresión de encontrar nos ante una pieza de singularisimo interés artístico, así como de que era muy difícil hallar otra es cultura similar gracias a la cual pudiéramos deducir conclusiones.

La “Nena de Vilamajor” —a la cual bautizamos, con un bautismo laico por supuesto— era un enigma. Es un bloque de piedra arenisca de color grisáceo, cuyas dimensiones son 57x22 x 18cm. El relieve mide 57x22x 1,5cm. En la parte posterior la piedra está sin pulimentar y conserva los cortes de cantero. Como hemos indicado, representa a la diosa Artemis, pero de un modo muy rústico aunque con gran belleza y alta expresividad. Sus manos están a la altura de la cara y en eso difiere de otras representaciones de la misma diosa en las que las manos se hallan extendidas a la altura de la cintura. La cabeza se encuentra un poco elevada, y alrededor de ella hay dos trenzas en forma de diadema, muy típica en el arte íbero-romano En el cuello se aprecian dos collares: el mayor tiene siete adornos (en forma de perlas) y el menor ocho. Similares adornos o brazaletes aparecen en ambas muñecas. El cuerpo está claramente dividido por un conjunto de pechos y unas raíces o ramajes. En el primer sector hay dos pechos prominentes y cuatro hileras de pechos mucho más pequeños: las dos primeras tienen ocho cada una, la tercera siete y la cuarta seis. El ramaje es poco simétrico y en la parte inferior se observan unos pies ladeados. Si comparamos, por ejemplo, esta escultura con la Artemis de los museos capitolinos de Roma, se aprecian unas coincidencias comunes entre ambas en los elementos fundamentales, aunque hay muchísima más perfección en el acabado de la escultura romana. Esta es policromada; en la diosa de Vilamajor no aparecen indicios de que lo fuera, a pesar de que tiene una capa blanquecina que se observa a través del cuerpo, ya que nos consta que estaba pudorosamente encalada en un muro de la mencionada masía. Las características estilísticas de esta pieza nos recuerdan las de los relieves hallados en Osuna y que se custodian en el Museo Arqueológico de Madrid, o sea, de la época íbero-romana de los siglos II o I antes de Cristo. Pero debemos afirmar que aún es prematura su datación, puesto que se halla en examen de los más eminentes especialistas.

De la cultura romana tiene los mismos denominadores comunes que se aprecian en las obras realizadas en las provincias dominadas por la Roma antigua, quien a pesar de haber copiado en un principio los ideales helénicos, las dotó de forma y contenido propios. Con la expansión del Imperio se extendió su concepción religiosa y artística, pero en nuestro país tendría que convivir con una arraigada cultura ibérica. De este modo una diosa de origen griego llega a nuestras tierras totalmente transformada al gusto romano, y aquí se la representa según los sentimientos religiosos de la cultura ibérica para servir a sus ritos y costumbres locales. Sus ornatos, formas primitivas y esquemáticas, sus rasgos geométricos y la tosquedad técnica de su realización no hacen más que manifestar sus orígenes ibéricos.
Como en otros lugares de nuestro país, esta pieza escultórica, concebida exclusivamente para el servicio de una idea religiosa, podría hallarse ubicada en un pequeño santuario motivo de culto local por parte de un reducido núcleo de población. La diosa Artemis o Diana fue muy honrada en todo el mundo grecorromano y especialmente en Efeso, donde tenía un gran santuario, considerado como una de las siete maravillas del mundo. Los efesios, que le atribuían la fundación de su ciudad, habían obtenido para su templo el derecho de asilo y celebraban sus fiestas en el mes de “Artemisión” (abril-mayo). Acudían peregrinos de toda el Asia Menor, a quienes se vendían pequeñas capillitas con la estatua de Artemis. Esto es lo que dio ocasión a la revuelta que nos narran los Hechos de los Apóstoles (Act. 19, 24—35), temerosos los artífices de que San Pablo, con su predicación de Cristo, les estropean su negocio. La imagen de la diosa era cilíndrica y, según algunos, estaba esculpida en un aerolito; todo en ella simbolizaba la fecundidad; el gran número de pechos que tenía, así como las flores y ramas que decoraban su vestido de cintura para abajo.
Aunque inicialmente parece haber sido sólo una diosa madre, patrona de la fecundidad y protectora de los pastos, los griegos la convirtieron en diosa virgen, hermana gemela de Apolo, con quien va siempre unida, e hija de Zeus y Leto, y la consideraban patrona de las niñas y jóvenes. A pesar de ello guardó siempre sus atributos como diosa de la fecundidad. La mitología nos la presenta como una diosa cruel y benéfica a la vez. Parece provenir de la fusión de varias diosas primitivas de diverso origen, por obra del sincretismo reinante. En algunos lugares se le tributaba un culto cruel: la flagelación de niños, posiblemente como sustitutivo del sacrificio cruento de los mismos. Sin embargo, al extenderse su veneración a todas las provincias romanas prevale ce el carácter de diosa protectora de la fecundidad y de las buenas cosechas. De ahí el arraigo de su culto en la sociedad agrícola que pervivió hasta el siglo VIl después de Cristo. Las iglesias de las Galias, España e Irlanda arremeten contra esos ritos en los cánones de no pocos concilio provinciales. Es —afirman los obispos— un crimen nefando simultanear el culto al Dios único y verdadero con la veneración al ídolo de Artemis. No es extraño encontrar indicios de culto a esa divinidad en nuestras tierras.

En la zona del Vallés hay innumerables poblados íbero-romanos y muy especialmente cerca de Sant Pere de Vilamajor, concretamente en Llinars. Las villas romanas se extendieron en una amplia zona de aquellos valles. Muy significativos son también los restos arqueológicos de la Alta Edad Media en aquella zona. Precisa mente en Santa María de Llerona se custodia en su iglesia una extraña pieza romana que bien podría ser una parte del cuerpo de la diosa Artemis. En cuanto al pueblo de Vilamajor, “es muy probable que date de la época romana”, según la erudita historiadora Mercé Aventin i Puig en un reciente artículo publicado en “La Van guardia” (7-XII-1986). En la misma fachada del templo parroquial hay una lápida sepulcral de un presbítero llamado Orila, del año 872. Al lado de la iglesia se levanta majestuosa una torre —convertida en campanario— del antiguo “palau comtal” del no menos remoto período románico.

La masía de Can Canal —en donde se halla tan notable pieza— viene mencionada ya en el año 1209 en los pergaminos de la parroquia de Sant Pere de Vilamajor, los cuales esperamos poder publicar en breve gracias al estudio de tales documentos transcritos por la mencionada historiadora señora Aventín. Todos esos indicios nos avalan la suposición de que nuestra “Nena de Sant Pere de Vilamajor” es muy antigua. Hemos asaeteado a preguntas a los propietarios de Can Canal. La “Nena” tiene también su añeja historia y tradición. Antes de la remodelación de la Masía (a. 1984), estaba colocada horizontalmente debajo del arco de la escalera principal. De padres a hijos se decía — como si fuera un secreto arcano familiar— que “aquella pedra no es podía tocar, car el dia que es tragués del lloc que ocupava, segur que cauria tota la casa”. El muro, que era de tierra amasada, se derrumbo y con él cayó la piedra. Pero el maleficio no llegó a cumplirse. Los habitantes de la masía consideraban aquella “imatge” como si fuera una santa. A su lado tenía siempre una pequeña pila de agua bendita con la cual se per signaban siempre que pasaban delante de ella.

DOMINGO, 18 ENERO 1987 LA VANGUARDIA

dissabte, de maig 01, 2010

Origens de Vilamajor: got o romà?

Des d'antuvi sempre s'ha relacionat el terme villa amb l'època romana i és per aquesta raó que l'antiguitat de Vilamajor (Villa major)s'atribueix a l'època romana. Però, que hi ha de cert en aquesta afirmació?.

L'arribada dels romans a casa nostra va significar la caiguda i/o assimilació dels pobles ibèrics, els quals tenien els seus assentaments en llocs alçats amb l'objectiu de millorar la seva defensa davant d'un atac dels seus enemics. Els romans no van seguir el patró urbanístic iber i varen traslladar els centres de producció agrària a la plana, al costat de les vies de comunicació i vora dels cursos fluvials, concretament en les fèrtils terrasses al·luvials. L'explotació rural romana rep el nom de fundi en el qual es produïa cereals, vinya, olivera, hort i l'explotació del bosc. Al centre, en una posició assolejada i airejada tenim la casa principal, el domus.

Les invasions germàniques (gots) del segle V i VI significa la transformació de les darreres explotacions agrícoles romanes i les seves zones residencials adjuntes, en una nova àrea de transformació i emmagatzematge. Les inversions no anaven destinades a la creació de nous espais residencials sinó a la protecció del centre productiu mitjançant muralles, torres o fortificacions. Ara tenim nous assentaments més petits i més dispersos els quals reben el nom de villa, villae, villicus...

Al llarg del segle IX-X a través de la documentació es comprova que a la Catalunya Vella, la unitat bàsica de divisió del territori i d'assignació de propietats a més de ser l'escenari on els senyors obtenen els censos o serveis i on es desenvolupen les solidaritats locals o veïnals és la vil·la (villae). La seva principal característica de les vil·les és la disposició d'un terme propi, fixat o reformat progressivament, on radiquen altres villares i llocs de residència pagesa, les terres de conreu i un nombre limitat de recursos pecuaris o forestals.

Després de llegir les argumentacions, a hom li ha de restar clar que el suposat origen romà, en base a l'anàlisi toponímic, no és cert. En tot cas, l'antiguitat màxima que podem atribuir a Vilamajor és durant l'època visigoda (sempre en base a l'estudi toponímic). Arguments a favor tenim Vil.la Goma (actual Sant Antoni), un topònim de clar orígen germànic (Gotmar) i el qual podria tenir el seu origen al segle V o VI. Però també hem vist que el sistema de vil·les perdura fins l'arribava dels carolingis al segle IX (que van imposar la divisió del territori en parròquies i que va donar donar a l'edificació de la primera església, suposadament regida pel prevere Orila)), per tant, tenim entre 300 i 400 anys on s'ha pogut desenvolupar les diferents vil·les existents a Vilamajor (villae bruggaries, villae cannes, villae rasa, villae maioris, villae goma).

Aquest article no ens permet datar amb precisió la fundació de Vilamajor però si que ens permet acotar-ho (sempre des del punt de vista toponímic)als segles V i IX.

Per saber més MART CASTELL, R. (2006) - Del fundus a la parrochia, transformacions del poblament rural als territoris catalans durant la transició medieval